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Publicado en Creencias...
Martes, 1 de Abril del 2025

“Estoy cansada y no sé por qué”: cuando el alma te pide limpieza y todavía no lo sabés

Cansancio sin motivo: cuando no es el cuerpo, es el alma 

No estás mal. No estás rota. Solo estás cansada. Pero no es ese cansancio que se pasa con una buena siesta o un finde sin alarmas. Es uno más hondo. Más existencial. Uno que no sabés de dónde viene, pero lo sentís en los huesos, en la espalda, en las ganas.

Ese que te pesa cuando querés levantarte. Cuando leés un mensaje pero no podés responder. Cuando te sentís afuera de todo, incluso de vos misma.

 

Y empezás a pensar: ¿será que estoy deprimida? ¿Será que algo está mal conmigo? Y no. No estás rota. Estás saturada.

 

La saturación emocional que nadie te nombra

Nos enseñaron a sostener, a seguir adelante sin frenar. 

A que si estás cansada es porque dormiste poco.

Que si estás irritable, será el ciclo.

Y si te duele el cuerpo, será el estrés.

 

Pero nadie te habla de esto: de la saturación emocional y energética que vivimos muchas mujeres cuando estamos al frente de todo… sin parar. La casa. El trabajo. Los vínculos. Las emociones ajenas. Y encima, la presión silenciosa de sanar, de crecer, de “estar bien”.

 

Y después... la culpa

Porque tenés comida, techo, personas que te aman. Y aún así, te sentís apagada.

 

Yo también me sentí así. Quería estar bien. Me decía que todo estaba en orden. Pero mi cuerpo pedía silencio. Y yo seguía. Hasta que no pude más. Y ahí entendí que no era debilidad. Era un grito. Un pedido de limpieza. De pausa. De verdad.

 

¿Qué pasaba a nivel energético en mi carta?

Este último año fue un sacudón, y no lo entendí hasta que miré mi revolución solar.

Tuve el Sol conjunto al Sol natal: un reinicio. Un nuevo ciclo que pedía reconexión con mi esencia.

Pero también una oposición con Urano… y lo sentí: todo se movía. Cosas que parecían firmes se tambalearon. Vínculos, estructuras internas, incluso ideas que tenía sobre mí misma… se rompieron.

Saturno pasó por mi Medio Cielo: y eso me enfrentó con mi vocación, mi propósito, mi forma de mostrarme al mundo. Sentí el peso, el compromiso, pero también la presión. Fue como parirme a mí misma… de nuevo.

Plutón en trígono con mi Ascendente me trajo cierres. Cortes. Pero también fuerza. Esa que no grita, pero sostiene.

Y mientras todo esto pasaba, mi cuerpo hablaba. Mi alma pedía una limpieza energética real. No estética. Profunda. 

 

 

Señales de que tu alma te está pidiendo un reset energético

Te despertás agotada, aunque hayas dormido bien

Nada te entusiasma, ni lo que antes amabas

Todo te resulta denso, pesado, sin color

Fantaseás con desaparecer, dejar todo, cambiar de vida

No te reconocés, pero tampoco sabés quién sos ahora

Y eso, aunque suene duro, no es el fin. Es el umbral. Es la puerta de entrada a otro ciclo. Cuando todo se pone pesado, es porque algo adentro grita: “Así no puedo seguir”.

 

 

Lo que hice: un ritual simple, pero verdadero

No fue una técnica.

No fue una moda.

Fue presencia.

Apagué el ruido.

Limpié mi casa.

Encendí una vela.

Escribí.

Lloré.

Sahumé mi cuerpo, pero no por fuera… por dentro.

 

Como quien pide permiso para volver a sí. Y algo se movió. No fue mágico. Ni rápido. Pero fue real. Volví, de a poco. A lo que sí me representa. A lo que sí me prende.

 

 

No necesitás más exigencia. Necesitás espacio. 

 

Si te sentís así… no necesitás rendir más. No necesitás entenderlo todo. Solo necesitás escuchar ese silencio interno que ya no quiere seguir igual. 

 

No tenés que hacerlo sola. No tenés que tener respuestas. Solo necesitás un sí. Para vos. Y si querés… yo te acompaño. 

 

Con amor y fuego, Jess Zuther 

 

 

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